dilluns, 26 de maig del 2014

LIBRO DE TEXTO Y "DEPENDENCIA DE LO LITERAL"

Hago una breve digresión en la argumentación sobre divulgación juvenil.

Leo el libro de Maite Ruiz Flores, "Evaluación de la lengua escrita y dependencia de lo literal"



Me confirma una impresión que he tenido siempre: los alumnos no aprenden, "estudian", que es otra cosa. Vaya, que reproducen esquemas, frases y enunciados, pero sin saber muy bien qué hacer con ellos. Dicho de otra manera, el Renacimiento no es una visión del mundo de unos antepasados sino la lección 9 del libro, justo con los enunciados que lleva. Incluso hay un momento del libro en que Maite compara el aprendizaje con libro de texto con el que se hace en las escuelas coránicas "agitando la cabeza" y me ha recordado lo que hacían muchos de mis compañeros de escuela, allá por los años sesenta. Y es que el ejercicio de meterse dentro las enciclopedias Álvarez era muy físico. Eran musulmanoidesmadraseros sin saberlo.

No exageremos. Seguro que hay alumnos capaces de trascender esa triste realidad. Pero ¿hacemos la escuela sólo para ellos?

dimecres, 21 de maig del 2014

¿AMA LA SOCIEDAD A LOS JÓVENES?

Tenemos una sociedad donde los adultos producen y los jóvenes consumen. El relevo es unidireccional. Los adultos retiran poco a poco a los jóvenes del consumo para que los sustituyan en la producción (a grandes rasgos).

El libro de texto es un intermediario en esta sociedad de hormigas disciplinadas.

Es una sociedad que, como sociedad, no ama a los jóvenes, los cría y los moviliza según conviene (después cada familia sabrá cómo ama o deja de amar, no se considera un tema "social"). Mientras tanto se les uniformiza, antes de movilizarlos, a base de currículos expresados en libros de texto.

A cambio, puedo imaginar una sociedad que, toda ella, ama a los jóvenes y que mantiene un diálogo permanente entre generaciones a base de adultos que escriben libros de divulgación escolar (y no escolar), de conferencias, de participación diversa y de escuelas dinámicas donde los jóvenes se acostumbren a leer las cosas, a ser mayores, a entender de todo y a interpelar educadamente a todos los adultos (toda la tribu) que se está preocupando de que entiendan el mundo. Y quizá aún tendrán ideas antes de tiempo y todos podrán consumir y producir en buena armonía.

Quién sabe.

dilluns, 19 de maig del 2014

EL CURRÍCULUM EN UNA BIBLIOTECA DE AULA

En un post anterior comentaba los 16 temas de un libro de texto de Sociales. Supongamos que somos maestros atrevidos y que estamos reuniendo una Biblioteca de Aula sin soporte oficial. Hemos concentrado los 16 temas en sólo 5: La Tierra Física; La Tierra Viva; La Tierra Social; La Prehistoria; La Antigüedad. Eso nos da un mínimo de mes y medio por tema, dejando algunos días para celebraciones escolares incluídos los exámenes.

Esto es una ficción porque los libros que necesitaríamos no están ni escritos, pero abandonémonos a la imaginación.

La Tierra Física. Está el libro ¿Por qué las montañas no se ven desde el espacio?, también tenemos ¿Cuánta agua hay en el mundo?, y El choque de dos continentes en directo, y no olvidemos Miserias y descubrimientos del señor Humboldt, o La llanura euroasiática y el fin de los rinocerontes gigantes, sin prescindir de Cuando las dos Américas eran realmente dos, o El día en que Islandia salió de las profundidades, así como los famosos La Tierra y sus hermanos ventosos y La gota malaya y las cuevas del Drac. No puedo citarlos todos, pero hay diez más y los tenemos todos duplicados.

Cuando nos toque La Tierra Viva no faltará trabajo. Podremos leer ¿Por qué los desiertos están tan mal repartidos y el inefable ¿Cómo murió el capitán Franklin?. Y quizá reiremos, sin que el libro se lo proponga, con ¿Cómo es que la lluvia me persiguió todo el viaje? o con Los americanos comían caballo e iban a pie...

Para La Tierra Social abriremos boca con El nigeriano que se hacía un coche en un vertedero, ¿Por qué es peligroso querer siempre más? y De Biescas a Nueva Orleans, las aguas bajan y suben, o ¿Por qué no es bueno hacer cola en el Everest? También La Tierra se acaba el viernes y ¿Para qué sirven realmente las finanzas? Y muchos más.

El día que empecemos con la Prehistoria usaremos la Biblioteca de la Prehistoria además de Últimos hallazgos de los primeros fuegos y Los neandertales más cerca o Comerciantes prehistóricos.

Para la Historia Antigua usaremos ¿Cómo es que comerciaba gente que no se conocía? y Entre el bronce y el hierro, las batallas tecnológicas de antes, sin olvidar Llega un momento en que las leyes deben escribirse. Tampoco faltará ¿Cómo se las arreglaban para construir cosas tan altas? ni ¿Eran los bárbaros así de bàrbaros? ni ¿Tenía el Imperio que entrar en crisis o no?

Y si hojeamos estos libros nos sorprenderemos de que en el fondo sean tan rigurosos, breves, serios y amables a la vez. Es un esfuerzo editorial que agradecemos a los editores que año tras año afilan la imaginación y crean catálogos completíssimos. Igualmente a los autores que han aprendido a redactar con una claridad y un interés que nunca antes se había conseguido. Y a los profesores, que ahora leen tantos y tantos pequeños libros antes de comenzar el curso (aunque no se quejan porque eso les mantiene al día y no deja de ser un placer).

A todos ellos, sinceramente, GRACIAS.

divendres, 16 de maig del 2014

UN JOVEN CON UN LIBRO DE TEXTO

Un joven con un libro de texto es un duo clónico. Lo encontraremos repetido en una misma clase veinte o treinta veces. El joven será la parte variable, pero el libro de texto será la constante. Parece que con una constante de por medio deberían hacerse cálculos bastante exactos. Quizá esa sea la idea

Pero la Naturaleza es tozuda y la "parte variable" no se deja computar.

Bueno, ironías a parte. El mundo es infinito y los libros de texto que lo explican son muy finitos. Tal vez demasiado. Podríamos pensar que el libro de texto iguala las oportunidades, pero quizá no sea así. Todos los alumnos reciben presión para asimilar ese recurso igualador, pero al final es una decisión suya y una posibilidad suya. Si el objeto en cuestión inhibe su voluntad i/o diverge de su posibilidad, no hay alternativas. Ahora la presión pasa al profesor. Tampoco el puede igualar alumnos desiguales si no los trata de forma diferente, si los trata como si todos fuesen opositores motivados para conseguir un puesto de trabajo público.

No seamos pesimistas. El libro de texto siempre está ahí (si no se pierde), siempre se le puede "atacar" de otra manera. Es cuestión de adaptarse. Al alumno le podemos ayudar a consultarlo (aunque no quiera), tanto el profesor como los padres, un compañero, un tío... Siempre está. Aunque aquí yace también una pequeña trampa. Como siempre está, ya encontraré el momento de acercarme a él. ¡Ay, Dios! ¡El examen es mañana! ¿Se le puede pedir a todo el mundo mentalidad y vocación de opositor?

El libro de texto tiene unos argumentos, unos ejercicios, unos esquemas, mapas y gráficos escogidos por alguien. Lógico, alguien había de hacerlo. Pero me refiero a que siempre serán una elección finita sobre posibilidades infinitas. ¿Qué maestro no querría coger un libro de texto pero juntándole trozos de otros? Bueno, ya lo hace. Hace fotocopias. Por eso CEDRO se encarga de que las paguemos más caras.

¿Y si la elección de materiales si hiciera en el escalón más bajo de la cadena: maestros y alumnos? ¿Y si cada alumno tuviera más poder de decisión y no tuviera el recurso de fiarse de su libro faldero el día antes del examen? ¿Y si el examen fuera otra cosa?

¿Y si el aula fuese un centro neurálgico del mundo con toda la variedad posible de libros y recursos? ¿Y si el profesor fuese el motor y animador y el alumno el animado a "ver el mundo"? ¿Y si el examen fuese una comprovación de que el alumno se está moviendo y está viendo el mundo?

Ya sé que es más fácil de decir que de hacer.


divendres, 9 de maig del 2014

BUROCRACIA ESCOLAR

Uno de los primeros impactos que recibías como antiguo profesor de la antigua EGB era la obsesión que tenían los jóvenes por saber si un contenido era "de Sociales" o "de Naturales". Notabas que para ellos era una cuestión administrativa, un problema de archivo.

Encajaban mal que cosas muy parecidas pudiesen tratarse en Sociales y en Naturales... y ¡hasta en Lenguaje! Yo reconozco en ello un síntoma de burocracia educativa, de enseñanza sin significado, de gusto por el saber poco o mal transmitido. "¡Je m'acusse!". Hablo de hace treinta años, ¿alguien se reconoce aún en esas vivencias?

¿Qué hace un joven con un libro lleno de textos compartimentados, de gráficos, dibujos, fotos, mapas, textos "empastillados", enumeraciones...? ¿Y todo eso en un orden particular y a veces indescifrable? Habrá quien diga que tienen toda una escolaridad para aprender a tratar con esa clase de "textos". Yo le responderé que, sin duda, crearemos una nueva clase de técnicos. Expertos en descifrar maquetaciones y, al final, en pasar oposiciones.

Desengañémonos. Al menos desde la ESO actual, el libro de texto será el manual de oposiciones que ayudará a nuestros jóvenes a transformarse en perfectos opositores. Como mínimo si un profesor o claustro conscientes no le ponen algún remedio creativo. Como mínimo lo será para la grande o pequeña minoría que decidan entrar en este juego.

No seamos aguafiestas. Los jóvenes tienen un cerebro suficientemente plástico como para incorporar el libro de texto simplemente como una guia que incorporar a sus innumerables vivencias sociales y culturales. Seguro que sí... ¿O no?

Intentaré analizarlo en el próximo post que llevará por título: UN JOVEN CON UN LIBRO DE TEXTO.










dijous, 1 de maig del 2014

EL CURRÍCULO EN UN LIBRO DE TEXTO



Tengo a la vista un libro de Ciencias Sociales de 1º de ESO.
Veo el índice y contiene 16 temas. Con el libro, cada alumno tendrá una colección de textos esquemáticos, gráficos explicativos, esquemas, mapas, pastillas de información paralela, preguntas de actividad parcial, preguntas de evaluación, ejercicios, fotos y dibujos ilustrativos para decorar la imaginación. Parece bastante competitivo.

Sin embargo pienso que hay ahí mucho trabajo desperdiciado. Los mapas y los gráficos, así como muchas fotos, esquemas y dibujos se repetirán a lo largo de la escolaridad porque la editorial los aprovechará en uno y otro nivel (son caros). Pero, en sí mismos, pasarán en su mayoría desapercibidos y se amortizarán con el libro. Los textos también se reciclarán y, lo que es peor, no siempre llegarán al alumno por la escasa "vida" que contienen. En cualquier caso, el alumno pensará que los tiene a disposición todo el año y siempre podrá recurrir a ellos... hasta que sea demasiado tarde, porque el exámen es mañana. Propondría hacer un estudio documentado y científico sobre la permanencia de cada libro de texto en la mente de los alumnos. Sospecho que sería carísimo y descorazonador.


La "vida" de un texto escolar pienso que depende de una mínima permanencia en el argumentario principal de un período escolar. Si las definiciones de latitud y longitud tienen recorrido y uso a lo largo de un mes, al menos, en un curso en la mente del alumno y son de valor a lo largo de diversos cursos, quizá sí que el texto tendrá "vida".

¿Podemos asegurar vida a los textos de un libro de texto con 16 temas?