dimecres, 3 de setembre del 2014

UN PAÍS DE JÓVENES QUE LEEN

Según las encuestas los jóvenes leen menos que cuando eran niños. Obviamente leen, pero menos. Ahora se escribe una ficción gruesa y muy emocional para ellos. Pero no hemos de olvidar que estan en la edad en que los libros de texto se vuelven exigentes. Justamente en una edad en que no están para exigencias sino para aclaraciones y opciones.

Imaginemos la utopia. Los libros de texto no existen. Los editores se esfuerzan por sacar libros de divulgación de aspecto modesto y bajo precio que los institutos coleccionan en las aulas. Los profesores se ocupan de tener libros para todos los alumnos y para todos los temas. Los claustros o los departamentos discuten las compras de cada curso. Para enriquecer las bibliotecas de aula, que ya tienen material suficiente, pero que han de mantenerse al día tanto en temas nuevos como en nuevas perspectivas. Se toman en cuenta las sugerencias de los padres y hasta los desiderata de los alumnos.

Las editoriales presentan cada año series y colecciones que amplían la oferta y dan fe de lo que preocupa a la sociedad. Compiten por tener a los mejores autores del género de la divulgación, a la vez que forman a nuevos escritores en el arte de hacer apasionante el conocimiento. De vez en cuando organizan conferencias, simposios y congresos para maestros e incluso para jóvenes.

Los jóvenes, a principio de curso, analizan con el profesor el currículo de aquel curso y los retos que les esperan. Pueden leer cuando quieran, pero lo han de hacer obligatoriamente cuando el profesor presenta un tema y expone los trabajos a hacer. Expone el "trailer" del tema y dirige a los ejecutantes (los alumnos) entre bibliotecas y materiales para que todo el mundo llegue a buen puerto. No hay un listado mínimo ni máximo de conocimientos que se obtendrán de la lectura y el diálogo (también de los ordenadores). Cada cual puede llegar al máximo que quiera y sea capaz de demostrar. Hasta los trabajos de los alumno, pasando el criterio del profesor editor, pueden ser impresos y encuadernados (impresión bajo demanda) para ser incorporados a la biblioteca del centro o ser "vendidos" a otros centros.

Los jóvenes han llegado a tener autores favoritos de no-ficción y luchan por conocerlos e ir a sus conferencias. En  el fondo se sienten orgullosos de que personas importantes se los tomen tan en serio. Notan que la sociedad les tiene en cuenta y les valora. Que el mundo les enseña con honestidad cómo van las cosas y qué se está haciendo. Y hasta les pide opinión. Y no es un paripé.

Yo creo que en una utopía así muchos jóvenes sentirían que la sociedad les ama y les tiene en cuenta. Y muchas actitudes mejorarían. Tan sencillo como cambiar el trabajo y el esfuerzo de unas determinadas editoriales.

Sólo es un presentimiento.