El libro de texto es como el equipo del soldado. Con libro de texto se avanza como en las antiguas guerras de posiciones, en filas. Al final hay muchas bajas.
En el fracaso escolar se cuentan sólo los muertos, no la infinidad d heridos o enfermos que acaba sufriendo secuelas. Los que aprueban justito o los que sacan buenas notas en ese ejercicio gimnástico pero que, sin embargo, no conseguirán tener una "visión del mundo" propia. No interiorizarán el placer de haber luchado por la patria o por "su" mundo. O, como en el chiste "medieval' que explecaba José Antonio Marina: serán mozos de cuerda que no sabrán para que cargan con una piedra. No sudarán felices de estar construyendo "una catedral!" (J. A. Marina, "La educación del talento", ed Planeta, 2010, pp. 172-173).
No deberíamos extrañarnos de eso en un mundo donde la personas son "recursos humanos". Hay gente que tiene proyectos. Todo el mundo los tiene, en teoría. Pero la mayoría no pasarán de ser "recursos".
¿Nos lo replanteamos?
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