dilluns, 25 d’agost del 2014

TRABAJAR CON BIBLIOTECA ES JUGAR A SER ADULTO

Jugar es cosa muy seria. Fijáos, si no, como se ponen los niños cuando sospechan que alguien hace trampas. De hecho, el espíritu del juego dura toda la vida, proporciona muchos puestos de trabajo y da sentido a muchas vidas. Todo empresario es jugador en un mundo que quizá no tenga mucho más sentido.

Los catorce años no son mala edad para seguir jugando. Los hijos de los caballeros medievales aprendía jugando con espadas de madera. Estudiar es también aprneder a trabajar. Lo que no entiendo es por qué no lo hacemos de manera más natural (y no me refiero a la "gamificación").

¿Qué hace un intelectual adulto cuando investiga algo? Busca libros y documentos. Al fin y al cabo, la escuela se basa sobre todo en aprendizajes intelectuales. No suele haber talleres artesanales en las escuelas. Lo que hacemos es descartar de entrada a los que no teinen vocaciones intelectuales para dedicarnos a formar a los que quedan para artesanos industriales en los talleres de FP que serían demasiado caros para toda la población. No sé si tiene lógica pero sucede así.

Asumiendo que la escuela es una institución básicamente intelectual, démosle los juguetes adecuados: libros, documentos y objetos de investigación adecuados. Mi poca experiencia me dice que cuando los jóvenes preparan dosieres y "trabajos" se sienten jugando a investigar. No creo que eso esté reñido con la "cultura del esfuerzo". Pero jugando el esfuerzo es asumible y hasta placentero.

Escribir libros de divulgación asequibles no es "vulgarizar" el conocimiento como algunos dicen. Es dar herramientas para aprender lo que deberá hacerse de mayor. Nadie será opositor, será estudioso de un tema. Seguro que Induráin no aprendió con una bicicleta de competición a los doce años. Menos a los ocho o a los seis. Cada edad tiene su bicicleta.

Ojear libros, comprometerse con algunos, tomar notas, discutir, llegar a conclusiones, buscar un dato olvidado, leer una cita... Puede ser como jugar a maestros. Mi hija volvió un verano a casa comprometida a jugar a gerente de hotel. Hacía unas reservas primorosas en un libro de cuentas de su abuelo. Tenía un álbum con fotos de habitaciones y las enseñaba con una profesionalidad que ya me gustaría ver en algunos establecimientos. Tenía ocho años.

Buenos trabajos, buenos conocimientos, buenas conclusiones, buenas explicaciones pueden ser un final ganador para un curso escolar. Un juego en el que todos han ganado, un juego cooperativo como los que explica Jared Diamond que practican algunos "pueblos primitivos" actuales en "El mundo hasta ayer".

¿Fabricamos los "juguetes" adecuados para estos juegos?

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